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128. Otra de mascarillas asiáticas.
Transcripción:
Lo que hoy te vengo a contar no es una pregunta, es un caso sobre el que reflexionar.
Es un caso que se da en muchos casos (valga la redundancia) y que me parece oportuno comentar porque el asunto, más allá de lo anecdótico, es de interés general.
Te pongo en antecedentes.
Se llamar Carlos, fabrica mascarillas, y hace poco más de un año, en 2021, se puso en contacto conmigo para que me ocupara de gestionar la inscripción de su empresa en el ROLECE.
Además de esa gestión también me pidió que le ayudara a presentar licitaciones, que lo hiciera por él, que me ocupara del asunto.
En estos casos yo aplico lo que dijo Confucio: dale un pescado a un hombre y comerá un día, enséñale a pescar y comerá siempre.
Le orienté para que hiciera mi curso para vender a la administración y el de la Plataforma de Contratación del Sector Público.
Mientras los hacía ya empezó a presentar ofertas.
Y ahí lo dejé, ya no me volvió a necesitar para nada más. Había aprendido a pescar.
Hace unas semanas Carlos se puso en contacto conmigo.
El problema es que… no pescaba.
Podríamos decir que, su cebo no era apreciado por los peces. No había forma de pescar.
Me escribió diciéndome:
¿Para qué vamos a perder el tiempo en las licitaciones si al final se lo adjudicarán a un distribuidor de productos chinos por precio?
Somos fabricantes en España y no podemos competir por precio,lo que no entiendo es que el gobierno subvencionase a empresas españolas para instalar fábricas y al final acabe comprando el producto a distribuidores de productos asiáticos.
Nosotros tendremos que cerrar nuestra línea de producción, como la mayoría de los españoles
Cuando puntuen primero por ser fábrica en España bien, mientras tanto es pérdida de tiempo licitar
Ojo a todo lo que cuenta.
Entre líneas podemos leer:
Primero: que la administración está comprando las mascarillas atendiendo a un único criterio: el precio.
Segundo: la misma administración que subvencionó con dineros públicos la creación de instalaciones que permitieran fabricar este tipo de productos en España, no los compra. Haciendo inservible la subvención y no contribuyendo a que esta sirva a su propósito.
Tercero: como te puedes imaginar la administración pública en general es el mayor comprador de mascarillas y equipos de protección frente a este tipo de riesgos. Su peso como Cliente es muy importante.
Cuarto: Por lo que parece no existe ningún tipo de criterio o condición que permita a las empresas españolas o europeas competir en igualdad de condiciones con los productos de procedencia asiática. Estaría bien darle una vuelta a esto porque al fin y al cabo si se subvenciona la creación de este tipo de infraestructuras es porque se consideran estratégicas y necesarias, convenientes al interés público.
Esta es la situación que padece Carlos.
Vamos a analizarla y tratar de entender qué está pasando.
En primer lugar: No se puede, como dice Carlos, puntuar primero a los fabricantes de origen Español.
Hablé de los factores de arraigo territorial en el episodio 92 de este podcast, y si lo recuerdas o le das una escuchada, venía a concluir que:
- Se entiende por arraigo territorial a cualquier circunstancia que beneficia o favorece a los licitadores de un determinado ámbito geográfico.
- Introducir en los pliegos condiciones que traten de favorecer a “los de mi pueblo, región o país” está prohibido, es ilegal.
La cuestión es que aunque no se pueda puntuar directamente por el origen del fabricante o vendedor, sí es cierto que esta cuestión se puede abordar desde muchos ángulos para tratar de igualar las condiciones de unos y de otros, porque a precio, ya sabemos que con Asia no se puede competir.
Lo mismo que algunos países asiáticos no pueden competir con nosotros en cuestiones como el sistema de protección social, la sanidad, las pensiones, o la exigente regulación medioambiental.
Y esto no lo digo como comparación o menosprecio, es tan solo una pista de cuáles son esos muchos ángulos por los que se puede abordar esta cuestión para tratar de igualar las condiciones de unos y otros productos.
La cuestión es que el sentimiento de desazón de Carlos es comprensible y despierta la solidaridad, el interés, e incluso el mosqueo de todos.
Sigamos con el análisis, sigamos tratando de entender porqué pasa esto.
Siguiente aspecto: debemos tener en cuenta que quienes crean, gestionan y conceden las subvenciones son personas distintas a las que compran.
- Que lo deseable es que la administración actuara de una forma mucho más coordinada está claro.
- Que eso sea posible cuando estamos hablando de miles de administraciones y miles de órganos de contratación, que lo único que pretenden y se plantean es hacer una compra, satisfacer una necesidad, resulta cuando menos muy complejo, por no decir imposible.
¿Alguna vez has comprado pilas teniendo pilas en casa?
Pues si esto pasa en un hogar, imagínate en el mastodóntico y complejo entramado de entes de la administración pública.
Digo esto para que no nos “flipemos”. No le pidas peras al olmo
Cualquiera que haya dirigido una organización medianamente grande y compleja sabe de qué estoy hablando. Este tipo de problemas no solo ocurren en las administraciones públicas.
Bien: subvenciones y compras públicas son independientes, y no solo por cuestiones de tamaño de la organización y comunicación.
La contratación pública y las subvenciones son dos cosas bien distintas, lo analicé en los episodios 105, 106 y 107 de este podcast.
Aunque este no es el principal motivo por el que Carlos está viviendo esta situación.
Esta situación se está dando principalmente porque las personas que trabajan en la administración no saben sobre mascarillas lo que sabe un fabricante o un vendedor de mascarillas.
Tan sencillo como eso.
Ve tú a comprar algo, lo que sea sobre lo que no tengas ni idea.
Por ejemplo: un televisor.
¿Cómo se compra un televisor, qué tener en cuenta?
- Tamaño.
- Tipo y calidad del panel: ¿led, oled, qled?
- Resolución.
- Latencia.
- Número de puertos.
- Sistema operativo y aplicaciones preinstaladas.
- ¿Qué más hay que tener en cuenta?
Si yo solo quería una tele… ¿todo esto tengo que saber y entender?
Bueno, todo esto es lo que caracteriza y diferencia a un televisor de otro. Si quieres comprar un televisor “con todas las de la ley” deberías aprender y manejar todos estos conceptos.
Aunque puedes hacerlo de otra forma, estipulas unas características básicas: Una medida, que tenga conexión a internet, un par de cosas más. Y te fijas en el precio.
Al fin y al cabo todos los televisores son parecidos, no puede haber muchas diferencias.
Y eso es lo que le pasa a la administración cuando compra mascarillas: que no saben cómo comprar ni qué tener en cuenta al hacerlo.
No saben en qué se deben fijar, no saben establecer unas especificaciones completas y exigentes, que certificados pedir y de quién aceptarlos para comprobar que el material es correcto y cumple las especificaciones establecidas, como debe ser el empaquetado, … y un sinfín de cosas más, que un fabricante de mascarillas seguro que maneja y conoce a la perfección.
Habrá quién me dirá: Pero es que la administración se tendría que asegurar de que…
Sí, claro. Pero, un poco de realismo.
En según qué compras la administración, como nosotros cuando vamos a comprar un televisor, no sabe ni lo que no sabe.
Y al igual que nosotros, compra en base al precio estableciendo unas características básicas y mínimas. Es una cuestión de economía de medios, sentido común, y sí: ley del mínimo esfuerzo.
La ley del mínimo esfuerzo está muy denostada, y resulta que ha sido decisiva para nuestro triunfo como especie.
La ley del mínimo esfuerzo actúa cuando tenemos distintas opciones. La mejor opción de todas será siempre la que implique un menor gasto de energía, Actuar gastando menos energía es un rasgo de inteligencia, nos hace eficientes.
Acudir a la ley del mínimo esfuerzo para satisfacer las necesidades y exigencias cotidianas, sencillas, recurrentes, no es vagancia. Es uno de los rasgos de nuestra especie que nos ha permitido llegar hasta aquí tras más de 300 mil años de historia.
¿Se entiende, verdad?
Pues esto explica el porqué está pasando esto. En este caso de las mascarillas, y en tantos otros.
¿Qué se puede hacer?
Sencillo y complicado a la vez: Educar. Formar al Cliente.
Facilitar la información para que los compradores hagan sus compras conociendo más el producto de forma que puedan establecer requisitos técnicos y de solvencia, además de criterios de adjudicación, que atiendan a las características de los productos, y que además lo hagan en su beneficio.
Para hacer una compra mejor.
¿Se puede hacer? Sí
¿Crees que la administración debe ser quien, por su propia iniciativa, tome las medidas necesarias para hacerse experta en todo lo que compra? Eso no lo haces ni tú, ni el 99% de tus clientes. No se lo pidas a la administración por ser administración.
Nos irá mejor si abordamos la cuestión desde el realismo y el posibilismo.
Porque desde esta perspectiva es cierto que hay mucho en lo que trabajar, aunque también es cierto que se pueden conseguir muchas cosas.
Este es el camino.
Otro día hablaré de como recorrerlo.
De momento, que este caso nos sirva para darnos cuenta de las limitaciones que existen, que debemos ser realistas y no exigir de la administración esfuerzos o actitudes que ni nosotros aplicamos cuando vamos a comprar un producto desconocido o complejo.
Lo bueno, es que se pueden hacer cosas, que hay alternativas.
Ten en cuenta que las administraciones públicas deben comprar en base a la mejor relación calidad-precio, incorporando además criterios sociales y medioambientales.
Algo que resulta mucho más fácil hacer cuando se tienen los conocimientos necesarios que permiten establecer esa mejor relación calidad-precio incorporando esos criterios sociales y ambientales.
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