179. Las 7 cosas que hay que saber para vender a la administración.

Transcripción:

Resumen en 1452 palabras, 7 minutos de lectura.

Lo habitual es que antes de vender a la administración normalmente hayas tratado con ella a través de intermediarios: las gestorías. Esa falta de costumbre en el trato, y el hecho de que la mayoría de las veces no se les entiende nada, produce rechazo. A algunos les produce hasta urticaria.

La cuestión es que vender y llevar a buen término contratos con la administración no es algo que se pueda encargar a una gestoría, da igual el cliente, nunca dejarías en manos de terceros aspectos esenciales de tu negocio como el hecho de vender y entregar lo vendido. Por la cuenta que te trae.

Vender y ejecutar contratos para la administración requiere incorporar unos conocimientos y capacidades particulares, la recompensa es acceder a un cliente confiable y predecible. Para ser un contratista exitoso es necesario dotarse de un conjunto básico de herramientas y conocimientos sobre los que crecer y seguir aprendiendo. Porque en esto de la contratación pública, como en todo lo demás, nunca se deja de aprender. 

He identificado 7 aspectos o cuestiones que hay que saber y saber hacer.

1. Conocer los principios que rigen la actuación de la administración.

La administración actúa con rigor y se adhiere estrictamente a leyes y reglamentos, lo que garantiza su seriedad y previsibilidad, pero también puede causar incomprensión. No es esencial conocer toda la legislación, aunque es útil conocer los principios que guían a la administración en su actuación.

El principio de legalidad, que establece que las administraciones solo pueden actuar según lo previsto en la ley; y que se puede resumir en que para la administración, lo que no está expresamente permitido por la ley, está prohibido. 

El principio de responsabilidad implica que la administración y sus empleados son responsables de sus acciones y deben enfrentar las consecuencias si causan daño o perjuicio con sus actos. De ahí que aplicar el principio de legalidad con rigor sea la norma, y lo que en muchas ocasiones causa incomprensión por nuestra parte.

2. Saber manejar la Plataforma de Contratación del Sector Público.

La Plataforma de Contratación del Sector Público es ‘la herramienta’, la web ineludible de la contratación pública en España. Para lo bueno y para lo malo. Para lo bueno porque en ella se concentra todo, para lo malo porque a su lado la web de Renfe te parecerá un juego de niños. 

Por un lado te permite estar al tanto de todas y cada una de las licitaciones que se convocan en España, aunque es cierto que para este cometido muchas empresas prefieren contratar servicios privados con filtros y funcionalidades más avanzadas que las que ofrece la plataforma.

Y por otro lado es la herramienta con la que se presentan las ofertas y la administración se comunicará contigo durante el proceso de adjudicación del contrato, por eso resulta crucial saber usarla correctamente, resolver problemas, y entender lo que pasa. Hay gente que le va dando a “Aceptar” mientras sujeta un Rosario y confía en la intervención divina. Que no sea tu caso.

Y sí, es cierto que existen otras plataformas de contratación, tanto privadas como autonómicas, aún así la Plataforma de Contratación del Sector Público es la más utilizada, sirve como referencia para las demás, y entendida esta, entendidas todas. Es como conducir, si sabes conducir un Citroen, sabrás conducir un Mercedes.

3. Entender la solvencia económica y la solvencia técnica.

La solvencia económica y técnica son esenciales en la contratación pública, tanto que son dos de las condiciones de aptitud que se requieren para contratar. Son como barreras de entrada, si cumples los requisitos y eres capaz de acreditarlos, adelante; si no, pasando olímpicamente del contrato, no es para ti. 

Normalmente la solvencia económica se basa en la facturación del negocio, con formas de acreditar y límites sobre lo que la administración puede requerir. La solvencia técnica habitualmente hace referencia a la experiencia, aunque de forma alternativa o complementaria puede basarse en disponer de unos determinados medios humanos o materiales. En fin, que de entrada no te puedes plantar con una mano delante y otra detrás, aunque hay excepciones.

En cualquier caso es crucial conocer estos aspectos, entenderlos, estar preparados para acreditarlos y también saber detectar requisitos excesivos o inapropiados. Por otro lado, te conviene conocer las alternativas que la ley ofrece para acreditar la solvencia, como la integración mediante terceros (que te la presten) o las facilidades para las empresas de nueva creación. 

4. Saber decidir qué contrato te interesa.

Es clave saber distinguir entre contratos que son de interés, que te gustan, y los que realmente convienen a tu negocio y para los que tienes opciones de lograr la adjudicación. Por eso decidir invertir en preparar una oferta debe basarse en la su competitividad y probabilidad de lograr adjudicación, considerando la inversión de tiempo y recursos. Ya sabes, “¿a qué estamos, a setas o a Rolex?”.

Por eso resulta esencial tomar buenas decisiones, orientadas a resultados, no a preferencias. Y por eso conviene saber qué comprobar y en qué orden, considerando el coste de oportunidad y la importancia de saber dejar pasar las oportunidades que no te convienen. Y es que todo lo que reluce, no es oro.

5. Saber leer y entender un Pliego de Cláusulas Administrativas.

Enfrentarse a la lectura y comprensión de un Pliego de Cláusulas Administrativas puede parecer el equivalente a leer en alemán las siete partes de “En busca del tiempo perdido”. 

Sin embargo, aproximadamente el 20% del contenido del Pliego de Cláusulas Administrativas es fundamental para la preparación de la oferta y para identificar aspectos que pueden impactar económicamente durante la ejecución del contrato. Por eso resulta esencial saber discernir la información relevante, detectar costes y ventajas, y sintetizarlo para elaborar la oferta conforme es debido. Y es que con tranquilidad y método, las cosas salen mejor.

6. Saber entender y manejar los criterios de adjudicación.

Los criterios de adjudicación es lo que sirve para determinar quién se lleva el gato al agua. Es lo que tiene la contratación pública, solo puede quedar uno.

Lo bueno es que hay reglas claras para su establecimiento, y por supuesto, que los puedes conocer desde el primer momento ya que están escritos en el Pliego de Cláusulas Administrativas. 

Lo de la claridad en algunos casos es, como poco, discutible. La cuestión es que hay dos tipos de criterios de adjudicación: los objetivos y los subjetivos.

Por un lado los criterios objetivos, como pueden ser el precio o un mayor plazo de garantía, cuya valoración se calcula en base a aplicar fórmulas sobre los valores que tú ofertas. Criterios que, aunque parezcan y debieran ser simples y fácilmente entendibles, requieren de cierto grado de entendimiento y habilidad para maximizar su potencial, o al menos “no hacerte daño” con ellos.

Y por otro lado los criterios subjetivos, que son más ambiguos debido a su definición en muchos casos imprecisa y también al desafío de abordarlos desde cero tratando de satisfacerlos en base a no se sabe muy bien qué. En este caso es esencial superar el bloqueo inicial que suponen unos enunciados poco claros y en muchos casos demasiado genéricos, abordar la oferta con método, enfocarse en lo esencial y reconocer aspectos cruciales en cada caso. Y la verdad es que esto es de todo, menos fácil. Aunque de nuevo, con tranquilidad y método se van consiguiendo cosas.

7. Saber gestionar las relaciones con la administración.

Saber gestionar adecuadamente las relaciones con la administración es fundamental, antes de la adjudicación, y especialmente tras haberla logrado, durante la ejecución del contrato. Llámalo “saber estar”, llámalo “saber nada y guardar la ropa”.

Y es que las interacciones con la administración y sus empleados difieren de las que puedas tener en 

el sector privado, debido a muchas cosas, aunque especialmente al contexto y la rigidez que implica la observación de los principios de legalidad y responsabilidad. Ponte en su lugar, empatiza, ¿qué harías tú? Pues eso… 

La administración tiene privilegios, facultades que le otorgan un amplio margen de decisión, tiene la sartén por el mango. Aunque existen límites y protecciones contra la arbitrariedad hay que gestionar las relaciones de forma que no sea necesario recordarlos. Por eso es vital, además de conocer estos límites, manejar situaciones para proteger tus intereses sin perjudicar los de la administración. Hay que “saber nadar y guardar la ropa”. 

Por último, es esencial empatizar, entender y gestionar las relaciones con los empleados públicos, quienes operan bajo un sistema estricto de normas, pero también tienen aspectos humanos universales en su comportamiento.

Estas son los siete conocimientos o habilidades esenciales, puede haber más, puede haber otras, puede haber matices. Espero que este sea un buen punto de partida, estaré encantado de escuchar tu opinión sobre el asunto.

Hasta aquí el resumen.

Algunas veces me han dicho: ¿Pero… da de sí la contratación pública como para hacer tantos episodios de un podcast?

Y yo les digo: ¡Claro que sí!, si vieras la lista de asuntos que tengo por tratar… ¡Me queda cuerda para rato!

Y justo ahora, 179 episodios después, en la tercera temporada del podcast, me sorprendo a mi mismo hablando de algo tan importante, básico y elemental. 

¿Que si quedan temas? Muchos, pero que muchos más de los que pueda imaginar.

La cuestión es que en el episodio anterior, el dedicado al principio de legalidad y las películas de Luis García Berlanga, aborde una cuestión que por básica y elemental había pasado por alto en el podcast. 

Había que solucionarlo. Por mi trabajo he reflexionado y tengo muy claro qué es lo que hay que saber, cuál es el punto de partida para empezar a vender a la administración. Qué es lo indispensable, lo que hay que manejar sí o sí. La base, los conocimientos mínimos que se deben tener para abordar una licitación y la ejecución de un contrato. Los conocimientos sobre los que crecer, añadir y profundizar. 

Son algunas competencias evidentes y otras no tanto. 

Porque no solo se trata de saber, se trata de saber hacer, y de saber estar.…

Por eso es importante conocer lo que hay que saber para vender a la administración.

Para cualquier persona que se acerca a la administración para venderle y que sea su cliente, su relación anterior con esta ha sido siempre a través de un traductor o intermediario: el gestor administrativo, la gestoría.

Por esa falta de contacto directo y por los vicios del mismo sistema, todo parece extraño, críptico, con un lenguaje y maneras que solo entienden y manejan los iniciados. Situaciones que incluso provocan rechazo. Y es normal.

La cuestión es que cuando se trata de vender y de entregar tus productos obras o servicios a la administración, estas cuestiones no se pueden encomendar a un gestor administrativo. El hecho de vender o llevar a cabo un contrato no se puede delegar, al menos en su totalidad, entre otras cosas porque afecta a cuestiones esenciales del negocio.

La administración en general es un buen cliente: serio, predecible, de cobro asegurado. Son ventajas que en contrapartida te obligan a conocer algunos aspectos que tienen que ver con su realidad y la forma en la que el proceso de venta y entrega se realiza. A continuación te cuento lo que necesitas saber para vender a la administración de forma eficaz y efectiva, los conocimientos o caja de herramientas básica que todo contratista debe tener.

1. Conocer los principios que rigen la actuación de la administración

La administración no es, ni puede, ni quieres que sea flexible, que cambie y se adapte a las circunstancias según convenga, según consideren una o varias personas. Precisamente una de las virtudes y también de los defectos de la administración es el rigor y sujeción a intrincados entramados de leyes y reglamentos que rigen su actuación.

Precisamente es lo que se valora de la administración como cliente: su seriedad, su previsibilidad, su estricta sujeción a las normas. Y es también lo que produce más rechazo e incomprensión, especialmente cuando las decisiones o falta de flexibilidad te afectan directamente.

No es necesario conocer toda la legislación, ni recordarla como un opositor, ni manejarla como un funcionario. Tan solo es necesario saber que existe, que normalmente las cosas son asi por algo, y que en el fondo o en el origen de todo ello hay unos principios que conviene conocer para entender bajo que directrices actúan la administración y sus empleados.

El principio de legalidad

El principio de legalidad y la vinculación positiva con la ley que tienen las administraciones públicas y que limitan de forma clara y rotunda su capacidad de actuación.

Este principio destaca especialmente cuando tratas con una administración y surge una situación que la ley no ha previsto. En un caso así las posibilidades que tiene la administración para actuar están claramente delimitadas por la ley, ya que las administraciones públicas sólo pueden y deben hacer lo que la ley les permite hacer, y además de la forma que se ha previsto que se haga. Dicho de otra forma: lo que no está expresamente permitido, le está prohibido.

Esto es algo que solo se advierte cuando hay algo que no nos conviene, porque el resto del tiempo lo que queremos y esperamos es que la administración actúe respetando escrupulosamente lo previsto en la ley y conforme a ella, es decir, que la administración sea predecible y su actuación conforme a la ley y el Derecho.

El principio de responsabilidad

Por otro lado, si se tiene en cuenta que la administración y sus empleados deben ajustar su actuación a lo que la ley ha previsto se llega a la conclusión de que si no lo hacen, no solo estarán metiéndose en problemas, es que además les puede acabar perjudicando.

Es el conocido como principio de responsabilidad, que establece que los actos y decisiones tomados por la administración y sus empleados públicos deben ser responsables y responder ante las consecuencias de sus acciones. 

Es decir que, si un acto administrativo causa un daño o perjuicio a un particular o a la colectividad, la administración e incluso el empleado público pueden ser llamados a responder por ello. Por tanto, puede haber consecuencias, y por ello en muchos casos ‘cortar por lo sano’ es la primera y mejor opción.

2. Saber manejar la Plataforma de Contratación del Sector Público.

En segundo lugar, en orden más práctico y ya directamente relacionado con la contratación pública, hay que saber manejar la Plataforma de Contratación del Sector Público, que viene a ser el tablón de anuncios de los contratos públicos de España, por eso su conocimiento y manejo se hacen indispensables para cualquier negocio interesado en vender a la administración.

Recibir avisos de licitaciones a través de la Plataforma de Contratación del Sector Público

Aunque se trate de una página web de libre acceso y con toda la información necesaria para estar al tanto de todos los concursos y contratos públicos que se convocan en España, no es necesario visitarla diariamente para enterarte de las licitaciones que puedan ser de tu interés.

Basta con darse de alta en la plataforma y configurar una suscripción para recibir por correo electrónico avisos de licitaciones que se ajusten a tus intereses. Algo que es totalmente grátis, sin coste.

Lo que hay que saber, además de configurar correctamente la suscripción, son los límites y peculiaridades que tiene la Plataforma de Contratación del Sector Público a la hora de filtrar y enviar estos avisos de licitaciones. Por eso muchas empresas optan por contratar un servicio privado de suscripción para recibir avisos de licitaciones con filtros más potentes y posibilidades de configuración más amplias.

Presentar ofertas a través de la Plataforma de Contratación del Sector Público

Otra de las funcionalidades de la Plataforma, en este caso primordial e insustituible, es la herramienta para la presentación de ofertas. 

La única forma de presentar una oferta y que ésta sea recibida es a través de los medios que cada órgano de contratación establezca para ello, siendo la Plataforma de Contratación del Sector Público el medio más utilizado por el sector público en España para la publicación y recepción de ofertas a sus licitaciones.

En este caso también es importante saber manejar la herramienta de presentación de ofertas, y especialmente saber qué hacer cuando hay problemas o situaciones que no se ajustan a la normalidad o la mayoría de los casos. Una buena oferta se puede ir al traste por no presentarla correctamente o no saber hacer frente a los problemas que puedan surgir durante la presentación.

Atender requerimientos, presentar documentación y relacionarse a través de la Plataforma de Contratación del Sector Público.

La Plataforma también es generalmente el medio que el órgano de contratación utiliza para comunicarse con las empresas. En este caso hace la función de un “cartero”, aunque en este caso electrónico, que entrega las cartas al destinatario y recoge la firma el acuse de recibo. 

A través de la Plataforma se reciben comunicaciones y requerimientos para aportar documentación y también es ahí donde se contesta a estos requerimientos. Por tanto, también resulta necesario conocer donde se reciben las comunicaciones, como te enterás de ellas, y cómo las puedes contestar correctamente y en plazo.

Otras plataformas de contratación además de la Plataforma de Contratación del Sector Público.

Existen otras plataformas de contratación, hay dos privadas que algunas administraciones contratan para gestionar a través de ellas sus licitaciones, y también existen 7 plataformas autonómicas es el caso de Andalucía, Cataluña, Galicia, La Comunidad de Madrid, Navarra, País Vasco, y La Rioja.

En cualquier caso, y dado que la plataforma de contratación más común, más usada y referencia para las demás es la Plataforma de Contratación del Sector Público, aprender a manejarla sienta las bases y sirve para manejarse con el resto de plataformas ya que de hecho todas tienen como referencia para su uso y funcionamiento a la Plataforma de Contratación del Sector Público y en todas los trámites son los mismos.

3. Entender la solvencia económica y la solvencia técnica.

Comprender la función, límites y alternativas tanto de la solvencia económica como de la solvencia técnica resulta esencial para manejarse eficazmente en el ámbito de la contratación pública.

En la práctica ambas solvencias tienen la función de barrera de entrada, “nota de corte” o comprobación de que las capacidades de un negocio resultan proporcionales y adecuadas a un contrato en particular. 

Por ejemplo: difícilmente podrá asumir la ejecución de un contrato de 1 millón de euros en un año la empresa que facturó 300.000 euros, el mejor de los tres últimos años. Resulta desproporcionado y de entrada se presume que excede las capacidades de la empresa asumir semejante compromiso. 

Por eso las solvencias son relevantes: determinan la capacidad de una empresa para acceder a un contrato en base a su capacidad financiera, medios, y experiencia. 

Lo que hay que saber sobre la solvencia económica.

Aunque los requisitos de solvencia económica se basen habitualmente en la facturación de la empresa conviene conocer el resto de medios que existen para acreditarla, así como los límites que tiene la administración para pedirla. Y es que en cuanto a solvencia económica la administración no puede pedir por pedir, ni pedir de más, la ley tasa con precisión el límite.

Este conocimiento permitirá, además de estar preparados para acreditar la solvencia cuando lo requiera un órgano de contratación, detectar posibles -aunque inusuales- excesos de celo por parte de la administración a la hora de requerir solvencia económica para llevar a cabo un determinado contrato. 

Lo que hay que saber sobre la solvencia técnica.

En el caso de la solvencia técnica lo habitual es que se base en la experiencia en haber realizado trabajos de iguales o similares características a los que constituyan el objeto de cada contrato en particular. Aunque no solo la experiencia puede ser el requisito de solvencia técnica, la administración puede requerir que, de forma alternativa o complementaria a la experiencia, se acredite disponer de unos medios humanos o materiales adecuados.

Todo dependerá de cada caso concreto, de cada contrato. Por tanto no existe una regla común, la administración debe ajustar los requisitos de solvencia técnica en función del contrato y por supuesto con unos límites.

Conocer todos estos aspectos para reconocerlos en un contrato, estar preparados para acreditarlos, y también para detectar requisitos desmesurados o inadecuados resulta esencial.

Lo que hay que saber sobre el manejo de las solvencias.

No solo conocer los tipos de solvencia, los requisitos que se pueden establecer, y las distintas formas de acreditar resulta esencial, sino también estar al tanto de las “escapatorias” o alternativas que la ley ofrece y que están en nuestra mano para, en un momento dado, suplir una carencia o acceder a acreditar unas condiciones determinadas de solvencia sin mayor complicación. 

Cuestiones como la integración de la solvencia por medio de terceros, que te presten la solvencia, sus límites, implicaciones y forma de documentarlo. Y también el caso de las empresas de nueva creación, los medios que la ley ha dispuesto para evitar el efecto “pescadilla que se muerde la cola” y que las empresas de menos de 5 años de antigüedad puedan acceder a contratos públicos.

Ya que al fin y al cabo y después de todo, los requisitos de solvencia que para cada contrato se establezcan serán no solo lo que te permitirá plantearte optar a la adjudicación de un contrato, sino también una de las primeras cosas que vas a comprobar al interesarte por un contrato.

4. Saber decidir qué contrato te interesa.

Dependiendo de la actividad o el sector puede darse la circunstancia de que cada semana surjan nuevas oportunidades, que cada semana las distintas administraciones liciten uno o varios contratos que sean de tu interés e incluso puedan convenir a tu negocio.  Fíjate porque interés y conveniencia son dos cosas distintas. 

La cuestión en estos casos, lo que hay que saber, y aún en los casos en los que la demanda no sea tan abundante o vigorosa, es escoger la licitación o contrato en la que la inversión de tiempo y recursos en la preparación de la oferta tiene más probabilidades de materializarse en una adjudicación.

Dicho de otra forma: tomar decisiones orientadas a resultados, y no a preferencias o supuestas conveniencias.

Y para eso hay que saber qué comprobar y en qué orden, saber en base a qué decidir, todo ello para invertir donde existan mayores probabilidades y también para no pasarse la vida decidiendo. 

Cuando prestamos atención a algo estamos dejando de hacerlo a otras cosas, se le llama coste de oportunidad, también se le llama ‘la vida’, por eso en estas cuestiones también es importante tener las cosas claras y saber decir no.

5. Saber leer y entender un Pliego de Cláusulas Administrativas.

Las primeras veces que te acercas a un Pliego de Cláusulas Administrativas te parece que lo haces a un documento críptico lleno de arcanos que sólo unos pocos elegidos, los sumos sacerdotes de la contratación pública, alcanzan a entender.

Con el tiempo te das cuenta de que la mayoría de lo escrito en el pliego es paja, que se la podrían haber ahorrado y que lo que interesa está entre toda esa cantidad de palabrería y tecnicismos que emplean quienes han olvidado que escriben para que les lean el resto de los mortales.

Aún así, en esa enorme cantidad de palabras que se repiten un pliego tras otro, que tanto asustan, aburren y no aportan nada, hay en torno a un 20% de cuestiones que sí te interesa saber identificar: las que son cruciales para la preparación de la oferta y las que te pueden costar dinero.

Al fin y al cabo tú has venido a esto para facturar. Facturar para ganar dinero, por supuesto, y también para pagar a tus empleados, a tus proveedores y a que en definitiva la rueda siga girando. Por eso saber leer un pliego es un conocimiento esencial: saber separar el grano de la paja, advertir los costes, los problemas, encontrar las ventajas, y al final sintetizarlo todo para preparar la oferta.

6. Saber entender y manejar los criterios de adjudicación.

Los criterios de adjudicación son la base sobre la que la administración decide a quién se le adjudica un contrato. Son siempre conocidos de antemano, escritos y definidos en el Pliego de Cláusulas Administrativas de cada licitación.

Una vez que la administración ha recibido las distintas ofertas lo único que hace es aplicar los criterios de adjudicación, de esa aplicación sale el adjudicatario del contrato. Tan sencillo, claro y transparente como eso. 

Existen dos tipos de criterios de adjudicación, por un lado los conocidos como criterios de adjudicación objetivos, y por otro los criterios de adjudicación subjetivos. 

Lo que hay que saber sobre los criterios de adjudicación objetivos.

Los conocidos como criterios de adjudicación objetivos como pueden ser el precio, el plazo de entrega o garantía, resultan a priori fáciles de entender, aplicar e incluso anticipar. Al fin y al cabo las puntuaciones que se aplican a cada licitador se obtienen por la mera aplicación de una fórmula a un valor ofertado.

Puede ser algo tan simple como esto: “Al que oferte el mayor plazo de garantía 5 puntos, al resto en proporción.”

O puede ser una fórmula a la que tengas que dedicar una hora de trabajo para entender y así obtener el máximo rendimiento al precio o cantidad de lo que sea que ofertes.

Algo que a priori parece sencillo de manejar y entender pero que para explotar al máximo, o para que no te explote, conviene saber manejar con acierto y conocimiento.

Lo que hay que saber sobre los criterios de adjudicación subjetivos.

Por otro lado tenemos los conocidos como criterios de adjudicación subjetivos, que son mucho más escurridizos que los objetivos por dos motivos, el primero puede estar en su misma formulación por parte del órgano de contratación, que en muchos casos los define de forma demasiado amplia e imprecisa, y el segundo la forma que tú tienes de abordarlos, el problema y la indefinición que supone partir de la hoja en blanco, de no saber ni por dónde empezar.

Hay que saber superar el bloqueo que supone una hoja en blanco y unos criterios definidos vagamente para abordar la redacción de una oferta ganadora que atienda a estos criterios de adjudicación, hacerlo con método, incidiendo en lo esencial y sabiendo qué no se debe pasar por alto en cada caso.

7. Saber gestionar las relaciones con la administración. 

Saber gestionar las relaciones con la administración es muy importante una vez se ha logrado la adjudicación de un contrato y se empieza a ejecutar. Dicho de otra forma: saber nadar y guardar la ropa. 

Las relaciones con la administración pública y concretamente con los empleados públicos no se gestionan del mismo modo que las relaciones entre empresas del sector privado y sus empleados. Existen distintas circunstancias que las hacen sustancialmente diferentes, por ejemplo: nadie se juega su puesto de trabajo, o “disparan con pólvora del rey”, frente a los ya citados principios de legalidad y responsabilidad, entre otros.

También existen distintas circunstancias que hacen a estas relaciones iguales a cualquier otra: y es que son entre humanos, con la complejidad que ello implica. 

Conocer las prerrogativas de la administración.

Durante la licitación y ejecución de un contrato la administración cuenta con distintas prerrogativas. Unas facultades o privilegios que en base al interés general le otorgan un amplio margen de decisión e interpretación. Por tanto, y casi como ocurre con cualquier cliente de cualquier ámbito (público o privado), la administración tiene “la sartén por el mango”.

Aunque por otro lado hay límites que nos protegen de la arbitrariedad y existe la tutela judicial efectiva que viene a decir que si entiendes que la administración ha ido más allá de lo permitido o su actuación ha sido arbitraria puedes buscar el amparo de la justicia. Aunque, “pleitos tengas…” que dice la maldición gitana.

Por eso es importante conocer dónde están los límites, qué activa las prerrogativas, y cómo puedes gestionar situaciones para que no lleguen a hacerlo, o si lo hacen sea de la forma menos lesiva para tus intereses.

Saber gestionar las relaciones con los empleados públicos.

Y por supuesto hay que saber gestionar las relaciones con los empleados públicos, ya que por un lado son personas como cualquier otra, y aunque no estén sometidas a las mismas presiones o incertidumbres que un empleado del sector privado se deben, en interés propio y como parte esencial de su cometido, a un rígido sistema de normas y procedimientos que viene a garantizar que tanto su actuación como la de la administración en la que están trabajando se ajuste a la legalidad.

Es la parte en la que se mezclan, a veces de forma poco definida, las cuestiones más obvias que tienen que ver con el puesto de trabajo y su encuadramiento en el engranaje administrativo, con las circunstancias que son consustanciales a cualquier persona. Quizá conozcas el dicho “soy un hombre, nada humano me es ajeno”, pues es justamente eso aunque en un marco o ambiente peculiar que como cualquier otro, también condiciona.

Y hasta aquí las 7 cosas, seguro que hay más, otras, o que las que te planteo se puedan matizar. No lo dudo. En cualquier caso, espero que este sea un buen punto de partida.

Este texto es una transcripción del episodio nº 179 del podcast ‘Contratación Pública’ que se puede escuchar en Spotify, iVoox, Apple Podcast y en cualquier reproductor de podcast.

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