Mis experiencias con la corrupción.

Resumen – 2 minutos de lectura.

Siempre ha habido, y supongo, que siempre habrá corrupción.

Somos humanos.

Aunque, te puedo asegurar que las cosas, no es que hayan cambiado, es que han evolucionado

Desde marzo de 2018 ha desaparecido el procedimiento negociado sin publicidad por razón de la cuantía. 

El principal foco de corrupción durante décadas. 

Un procedimiento de contratación previsto en la ley sí, pero que fue usado con el fin de privilegiar a unos en perjuicio de otros, que eliminaba la competencia, que servía para ocultar -legalmente- la Contratación Pública.

Que perjudicaba especialmente a las pequeñas y medianas empresas y a los profesionales.

Pero esto se acabó en marzo de 2018, ahora toda la Contratación Pública, es pública y fácilmente accesible.

 
Escucha el episodio titulado Cómo enterarse de concursos y licitaciones públicas, dedicado a la Plataforma de Contratación del Sector Público.

Hoy las cosas son mucho más difíciles para los corruptos:

  • Todo es más transparente;
  • La información es cada vez más accesible, descubrir prácticas corruptas nunca había sido tan fácil;
  • Y por eso, Los corruptos, ya no tienen la sensación de impunidad que tenían antes.
    Ahora tienen mucho más que perder que lo que pueden ganar.
    Ahora los corruptos se tienen que andar con mucho cuidado.

Escucha el programa titulado “Quién decide la adjudicación de un contrato público”

Por lo que he vivido y por lo que observo, hoy por hoy, es posible que sobrevivan dos tipos de corrupción:

  • La de baja intensidad, la corrupción que va ligada al contrato menor, a la adjudicación de contratos “a dedo”.

  • Y la corrupción de alta intensidad, esa que va ligada a contratos de varios millones, la que está relacionada con intereses millonarios y relaciones privilegiadas.

Si yo prosperé sin padrinos en los días más oscuros, imagina lo que puedes hacer tú hoy.

Hasta aquí el resumen.

Todo contratista ha tenido experiencias con la corrupción en la contratación pública.

En el comienzo de los años 90 ya tuve mi primer contacto con la corrupción.

Acompañé a mi padre visitar a un proveedor y había un señor que era “Distinto”, no tenía mesa de trabajo y estaba por allí sin hacer nada.

Pregunté a mi padre por este señor y me explicó que era EL PASILLERO, la persona cuya función era pasear por los pasillos de las administraciones públicas haciendo buenas relaciones, llevando a gente a almorzar, etc.

En esos años el que no tenía padrino no se bautizaba.

Finalizando los 90 y comienzo de los 2000, conocí un caso que era un “secreto a voces”.

Un empresario al que le adjudicaban muchos contratos y durante muchos años. Éste éxito estaba directamente relacionado con su generosidad:

         – Regalo de Jamones

         – Regalo de Rolex en Navidad

         – Pago de viajes y vacaciones

         – Y por supuesto las mejores comidas y cenas

Cabe suponer que también existían entregas de dinero.

Tal empresario contaba con la amistad y el favor de un conocido político provincial, de conocido partido y con cargos importantes.

Observé que este empresario prosperaba y mucho. Era el adjudicatario de muchos, quizá demasiados, contratos. Si bien era conocido por su espabilo y buenas relaciones.

Pero estas relaciones tienen un fin y el político en cuestión dejó el ámbito provincial para crecer en Madrid. El empresario espabilado y su empresa dejan de ganar todos los contratos y pasó a ser uno más.

Empezó a haber alternancia, variedad.

Vuelta a la normalidad.

La evidencia que no requiere pruebas

Había una empresa que se le presumían dudosas prácticas de connivencia con un determinado grupo político. Y cuando este grupo político gobernaba una administración los contratos eran para esta empresa.

No había forma. Era descarada la forma de proceder en las licitaciones, abriendo el sobre de criterios objetivos, los sujetos a fórmulas y luego los subjetivos, los sujetos a  juicio de valor.

Un proveedor en común me contó que lo encontró en su despacho “Preparando un pliego”.

En ocasiones las empresas están tan infiltradas en la Administración que llegaban a preparar o sugerir los pliegos al Órgano de Contratación, indicándoles los criterios de adjudicación.

La sensación de impunidad era total.

Con este tipo de casos y comentándolo con otros competidores con los que mantengo buena relación, sentí el deseo de denunciar a la fiscalía. Llegando a la conclusión de que sería una pérdida de tiempo.

Tiene que ser un caso muy grande, reiterado o notorio y por supuesto muy evidente. De lo contrario no se mueven. No tienen los medios para hacerlo.

Contratos. por procedimiento negociado sin publicidad por razón de la cuantía

Es la forma más habitual de corrupción que más ha costado a los ciudadanos, que muy poca gente conoce, sin escándalos ni publicidad en periódicos, que permitía a los corruptos quedar impunes y hacer lo que les diese la gana.

Es un procedimiento de contratación legal, escrito en el Boletín Oficial del Estado. Por el que podían optar los Órganos de Contratación para licitar sus contratos.

Un asunto legal pero muy turbio.

Este procedimiento permitía a los Órganos de Contratación licitar contratos sin ningún tipo de publicidad.

De forma opaca.

Lo único que pedía la Ley era que el Órgano de Contratación pidiera 3 ofertas.

Solo había que pedirlas, si luego no se recibían, el requisito había sido cumplido solo con pedirlas.

La única objeción para los corruptos era: los límites.

Solo podían no hacer publicidad y solventar el trámite pidiendo 3 ofertas cuando el contrato en cuestión tuviera un importe inferior a 200.000€ de obras o 60.000€ de servicios o suministros.

Ocurrió que el tercio de la Contratación Pública se ajustaba a los contratos por estos importes.

En obras se troceaba en fases. Si era servicio de varios años, se sacaba todos años.

Para pedir las ofertas había dos opciones

–   Un cartel de empresas locales, siempre las mismas, que se turnaban y repartían los contratos

–   O el empresario corrupto se ocupaba de proporcionar a la persona corrupta del Órgano de Contratación el nombre y datos de las otras 2 empresas que debían invitar y que o no presentaban dicha oferta o lo hacían por importe superior.

Bastaba descontar unos cientos de euros para llevarte un contrato de 200 o 60 mil euros sin competencia.

Esta modalidad de contrato ya no existe ni se puede utilizar desde marzo de 2018.

Ha sido la práctica más común que ha coartado el acceso a las licitaciones a muchas empresas, que provocaba discriminación, que los fondos públicos se gastasen de forma ineficiente y perjudicaba a la libre competencia.

Como ejemplo de estos contratos, yo conseguía contratar a cientos de kilómetros de mi pueblo y jamás lo puede hacer en mi pueblo. Allí todo era negociado sin publicidad.

Y si nadie intercede por ti

Nunca he pagado, ni ofrecido contrapartidas por resultar adjudicatario de un contrato.

Jamás he sido buen cortesano ni encontradizo, más bien todo lo contrario.

Cuando algo no me gusta, se me nota y se nota mucho. Por lo que poco podía yo prosperar en este mundillo.

Pues nada de eso.

Esta vivencia me ocurrió con un contrato promovido por la Consejería de un Gobierno Autonómico, un contrato importante por un importe respetable.

El contrato había despertado el interés de empresas grandes y todas habituales.

Lo ganamos.

Estuvimos ejecutando el contrato algo más de un año y con tiempo, si todo es normal,acabas teniendo buenas relaciones con los responsables del Órgano de Contratación que te supervisa.

Ellos me contaron que habíamos presentado la mejor oferta pero que lo que ayudó a que valoraran de mejor forma fue que habíamos sido la única empresa por la que nadie intercedió.

La empresa que nadie recomendó.

Por los que nadie llamaba.

Los únicos sin padrino.

Que no beneficiaba a nadie.

La oferta que no hacía ganadores ni perdedores.

El buen trabajo y que no llamase nadie me favoreció.

El que cobra acaba siendo deudo del que paga, se establece una relación perversa que no acaba con la mera transacción.

Otro ejemplo.

Un contrato especialmente complicao, que tenía de todo: diseño-ingeniería, construcción, y servicios de operación y mantenimiento.

Y todo ello sobre una materia compleja y nada usual.

Con un  importe del contrato interesante.

Sufrí la corrupción. Pero gané.

Presenté la mejor oferta, el político de turno pidió al funcionario que revisará la oferta de otro competidor, que la “mirase con cariño”

El funcionario, que  éramos los que habíamos presentado una mejor oferta, éramos los idóneos, teníamos mayor capacidad y conocimiento sobre el tema.

El funcionario recordaba al político las fatales consecuencias que tendría un incumplimiento del contrato o un cumplimiento defectuoso.

Algo que estaba resuelto en 3 semanas se demoró cerca de 3 meses por las presiones del político.

El político se tuvo que rendir a la evidencia y hacer caso al funcionario.

El trabajo bien hecho ganó a la corrupción.

Así iba yo defendiéndome por este proceloso mar  de la Contratación Pública, consiguiendo vender y salir adelante, sin ser corrupto, sin corromper.

Hasta que la corrupción… llamó a mi puerta.

Pasó en el año 2011, o 2012.

No había dinero, y el poco dinero que había estaba guardado, no lo dejaban usar.

En estas que yo acumulaba varias facturas pendientes de cobro con una administración. 

Sumaban varios cientos de miles de euros.

La más antigua llevaría unos 3-4 meses esperando.

No eran las únicas facturas que me debían.
Hablé de todo esto en el episodio que lleva por título “Cobrar de la administración 1”

En una de aquellas visitas, la persona que ostentaba las responsabilidades de intervención en aquella administración, me empezó a contar sus problemas, problemas que tenían un trasfondo económico, y yo pensaba, ¡para problemas económicos, los míos!.

Me acabó pidiendo “ayuda”, que le “dejase” un dinero, que me lo devolvería en cuanto pudiese, y que en contrapartida, en cuanto se pudiesen pagar facturas, las mías, serían las primeras en ser pagadas.

Me estaban ofreciendo ser corrupto… 

Tuve otro caso similar, esta vez el protagonista fue un responsable político.

Al final de un plazo de garantía de un contrato solicité la devolución de una garantía. 

Se empezaron a achacarme defectos que no tenían que ver con mi intervención.

Al poco, el sujeto en cuestión me ofreció dejar de poner pegas para devolverme la garantía definitiva.

Lo único que me pedía era que le pagase una factura a su empresa. 

Él me hacía una factura y yo se la pagaba, asunto resuelto. e su posición.

Hubo unos años en la década de los 10, en los que salieron a la luz muchos casos de corrupción.

Corrupción a todos los niveles, alto, medio y bajo. 

De grandes importes y también de importes medianos o pequeños.

Recuerdo como en aquellos años veíamos las noticias en prensa y televisión, estupefactos, no podía ser: ¿tanto, tantos, durante tanto tiempo?

Nos dimos cuenta en mi familia: que había merecido mucho la pena mantenernos firmes en las convicciones, en fiarlo todo al trabajo constante y bien hecho, al camino difícil y duro. 

Porque en ese momento, veíamos a aquellos supuestos empresarios de éxito entrar al juzgado para que les tomasen declaración, mi familia me miraba con aún más respeto, con orgullo, y por supuesto y especialmente con tranquilidad

Por que eso sentí yo entonces, indignación sí, pero una gran tranquilidad, y paz.

Al final los malos lo pierden todo…

Bueno, pues hasta aquí mi experiencia personal más significativa con la corrupción en todo esto de la Contratación Pública.

No tengas prejuicios.

Quédate con que, cuando la corrupción era rampante, en los años 90 y 2000l:

  • Nunca pagué para que me adjudicasen un contrato público. 
  • Nunca me faltó trabajo.
  • Siempre encontré los huecos y vendí a la administración.

Lo normal es que encuentres a funcionarios honestos que hacen bien su trabajo. 

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